En momentos donde próximamente se permitirá la apertura de piscinas públicas para actividades recreativas y competitivas. Es importante evaluar aspectos relacionados al uso de estos espacios y el SARS-CoV-2.
Para empezar no hay evidencia de que el virus que causa COVID-19 pueda transmitirse a las personas a través del agua en piscinas, jacuzzis, spas o áreas de juego con agua (CDC).
El agua de las piscinas es tratada con agentes desinfectantes principalmente cloro y en los niveles que exige nuestra legislación (2 a 3 mg/L) se elimina cualquier residuo del virus en el agua.
Otro aspecto importante es la carga o la cantidad de bañistas permitida en una piscina. A partir de la aparición del virus con el objetivo de evitar contagios se deben seguir los lineamientos del Ministerio de Salud en cuanto al distanciamiento de las personas tanto dentro como fuera de la piscina.
Para reducir el riesgo de contagio el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) hace las siguientes recomendaciones:
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Aplique el distanciamiento social tanto fuera como dentro de la piscina.
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Báñese antes de meterse en el agua. Enjuagarse en la ducha por solo un minuto ayuda a eliminar la mayoría de las cosas que podrían estar en el cuerpo del nadador.
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Los operadores de las piscinas, jacuzzis o spas deben monitorear los niveles de cloro cada hora cuando hay bañistas y mantenerlo entre 2 y 3 mg/L de cloro libre.
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No nade ni permita que los niños naden cuando estén enfermos de diarrea.
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Evite sumergirse o tragar agua.